sábado, 11 de septiembre de 2010

SENTIDO Brigada de Acción Fotográfica.



Foto: Raul Zamora

Se puede decir muchas cosas sobre Valparaíso: quizás sea su historia o quizás más fuerte aún la resistencia que ha desarrollado a lo largo del tiempo su estructura física, a pesar del desmoronamiento incesante de algunas de sus maravillosas estructuras que no han soportado el devenir de los tiempos, sin embargo, Valparaíso se ha ganado el respeto y el reconocimiento de patrimonio cultural.

Uno de estos lugares en Valparaíso denominado como patrimonio de la humanidad es el” Barrio Puerto” donde el capitalismo con sus grandes casas comerciales imperante no ha podido llegar ni ocupar completamente. Todo aquello causa mucha más curiosidad en el visitante relámpago, entrometido (en el buen sentido) visitante quien más allá de querer fotografiar sus calles y los lindos colores  impregnados en sus viejas casonas buscan ir más allá de las apariencias y descubrir el lado oscuro y melancólico pero propio de la ciudad en general y que se concentra en esta zona específicamente, aquellos son los turistas valientes quienes a pesar de la mala fama y de su apartamiento natural del centro de la ciudad buscan descubrir que hay dentro de esas calles ¿donde los llevará el camino del asfalto? y que descubrirán en aquel lugar idóneo para conocer lo que es Valparaíso en su más pura esencia.

No valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos, dice aquél dicho popular. Es en este caso el turno del tan reconocido Barrio puerto de Valparaíso, que se ha destacado durante muchos años por ser un lugar que recibió y recibe a diario mucha gente, gente que habita sus calles y otros que sólo están de paso. Pero más allá de todo esto el barrio puerto está y sigue viviendo, a pesar de que ya no es lo mismo que años atrás, esos años antes de la dictadura, cuando todo solía ser más ameno, cuando no estigmatizaban estos barrios por ser bohemios y concurridos por marinos en busca de diversión  y gente que deseaba pasar un rato agradable junto a los amigos. En esos tiempos nada era como lo es hoy en día, Barrio puerto lleno de bares, burdeles y picadas que ofrecían al caminante un refugio en cualquier callecita a los pies del cerro. Estos locales más allá de ser antros de perdición, como en algunos casos ocurría, eran centros sociales donde se llevaba a cabo el intercambio cultural y el roce de personas que entregaban aquello que conocían, su identidad, sus tradiciones y su forma de ser.

El porteño propiamente tal, aquel que fue nacido y criado en la ciudad y da la vida por sus atributos, su gente, el día a día; por ese ambiente  subversivo, revoltoso e inquietante que los acompaña en sus rutinas de trabajo o de paseos dominicales… el porteño quien trabaja y se mantiene en la humildad del ser  y que ha sobrevivido  al capitalismo instaurado en nuestro país y por ende a ocupado gran parte en nuestra ciudad; el Barrio Puerto donde habita, ese porteño ancestral aquel que nos convoca a fijar nuestras mentes creadoras; éste sector ideal según nuestros criterios fotográficos para registrar y poner en curso nuestros sentimientos y mirada hacia  la dimensión pocamente conocida y explorada por el prejuicio social de sus calles y ambiente sombrío y misterioso que hoy en día se ha dado más y  se ha provocado una suerte de marginalidad que en los recuerdos históricos populares de la ciudad del Valparaíso del siglo XX no existía.

Hoy por hoy este Barrio está en decadencia o por lo menos se ha perdido su valoración histórica, por la instauración de este modelo neoliberal que nos dejó la dictadura. Muchos restaurantes han desaparecido al ser desplazados por otros enfocados directamente a turistas que sí pueden pagar por un plato típico pero a un costo elevado. También con la llegada de pubs y bares juveniles los antiguos locales han quedado en el olvido, no por completo ya que aún están pero no como antes.


A pesar de que el Barrio puerto no ha desaparecido por completo (intangiblemente, ya que sus estructuras siguen en pie), se deja entrever la resistencia que lo ha caracterizado. Aún podemos encontrar gente que vive de sus negocios y los administra en su totalidad, aún podemos ir a comer un buen plato de porotos por mil pesos, aún podemos encontrar más de algún caballero que ha cambio de un vasito de vino nos podrá relatar mucho mejor lo que fue en sus tiempos este Barrio, aún podemos sentir la esencia del Barrio puerto que como el fuego, cambia pero a la vez se mantiene. Y así nuestra idea es enfocarnos en la gente que habita por aquellos lugares del barrio, entrometernos en  los bares más antiguos de la ciudad los cuales están instaurados precisamente en estos lares, conversar con su gente,  captar su experiencia de vida en la ciudad y traspasar esta “realidad” existente pero poco convencional a través de la fotografía.